Los plagios son en su fondo un robo, una apropiación
indebida y cuando esto lucra, es peor. El
plagio es tan común que hasta en círculos legislativos se han visto “casi
copias” de proyectos y leyes de otros países, que se proponen sin “agallopintar”
el asunto, el resultado, políticas y leyes mal implementadas que contribuyen a
que este país sea aún más ingobernable.
Es esferas menos nacionales, en el ámbito académico, el
plagio es una enfermedad, crónica en algunos casos, que genera profesionales
vacíos. Algunas universidades responsables han optado por comprar o implementar
sistemas de detección de plagio, además de insistirle a sus estudiantes y
profesores sobre este tema.
Las herramientas de detección de plagios tienen muchas
ventajas, pero como todo, se debe usar bien, dado que a veces el que “revisa”
no revisa y solo pasa el documento por la herramienta y no observa el contenido,
sale una probabilidad de plagio y el que revisa se lava las manos y encochina
al estudiante. Es necesario verificar que en efecto se violaron las normas de citación
o no se realizaron citas, además es obvio cuando alguien escribe de lo que no
sabe y si un estudiante está usando verbalismo, hablando paja y copy&paste,
eso se va a notar cuando un entendido en la materia revise el texto.
Un ejemplo de herramienta es TurnItIn, citando a su informe
(con datos de 2013-2014), Asia Oriental (14) y Latinoamérica (12%)
representaron los porcentajes más altos de detección de plagio empleando la solución
informática antes mencionada. (Turnitin)
En el caso de Costa Rica, se han adoptado ciertas medidas
para combatir el plagio, tanto a nivel superior, como en niveles inferiores. Se
pueden citar a entes como la UNED, el SINABI, la UCR, entre otros, que han
desarrollado mecanismos anti plagio.
Se puede buscar en Internet “detectores de plagio” o
similares para tener una noción de gran gama de herramientas (muchas de pago,
pero lo valen), para estar al tanto de cómo combatir esta mala práctica.
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