Durante los últimos años, ha crecido la tendencia pobre de
parte de los medios de comunicación de utilizar las figuras más descriptivas,
morbosas y grotescas, para informar sobre un hecho delictivo, lejos de informar
y prevenir, lo que hacen es alimentar el morbo, inducir a curiosidad y
satisfacer a un grupo innumerable de todólogos dispuestos a comentar qué
sucedió y encontrarle el mejor castigo a los que ellos encuentran culpables.
El psiquiatra y forense, con décadas experiencia y consultor
para el FBI, Park Dietz señalaba que, si los medios quieren realmente que se
deje de replicar la violencia, deben de dejar de transmitir esas imágenes
grotescas, esas descripciones aberrantes y demás, que se dé la información de
una manera plana y natural. Lamentablemente los medios han hecho lo opuesto: un
reality show, donde la estrella central es el delincuente y no de cualquier
acto, sino de violencia. Para rematar, no se presenta un delincuente
arrepentido y que da consejos, sino todo lo contrario. A esto le sumamos las
autoridades que les encanta dar declaraciones de estos casos, con logos detrás,
declaraciones que muy lejos de informar, hacen trastabillar el proceso y revictimizan.
Otro punto: la “censura”, la cual es una estupidez como se
aplica, con pitidos que permiten que se escuche o intuya la mala palabra o con
secciones pixeleadas de una imagen, que más bien generan morbo. Una censura
real es no presentar tal multimedia.
Último punto: el contenido y el público: desde ridiculeces
como “una solicitud de acompañamiento de los padres”, hasta dar reportajes de
sexo muy explícito a un horario temprano, después de las noticias, tienen como
resultado el la curiosidad y el morbo, la desensibilización y la polarización
de la sociedad.
Se puede concluir que los medios son prácticamente (pero no
legalmente) cómplices de la delincuencia, escalada de violencia. La fascinación
por lo violento va más allá de las narconovelas y se va metido en los
noticieros. La reflexión, la guía y el gobierno en el hogar es la única tríada
de defensa intelectual ante estos mercaderes del morbo.
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